El último cataclismo

Y el mundo se puso una pistola
encima de su sien
sin darnos tiempo a una despedida.
Y apretando su gatillo de espuma
derramo sangre azul
sobre los contornos del tiempo
y la violencia.
Tan solo oímos las salpicaduras
de los continentes
impactar contra las olas.
No creímos cuando el mundo amenazaba
con acabar con todo.
Incluso consigo mismo.
No lo creímos.
Incluso reímos con carcajadas estrepitosas y vacilantes
ante esa amenaza de Armagedón.
Pero cuando los montes reducidos a cenizas
cegaron nuestros ojos.
Y las ramas, ya astillas de arboles
atravesaron como estacas nuestros pechos.
Comprendimos
que aquella amenaza de suicidio no iba en broma.
Que el mundo, melancólico y herido
se había cansado de luchar.
Y que como cualquier otro suicida
derramo sus lagrimas de magma y de azufre.
antes de disparar.