lunes, 20 de octubre de 2014

Angelito de mis noche sin luz

Me duele el alma.
pequeñas punzadas de fuego.
al saber que tu alma partirá mañana
camino de la mar sin nombre
y que te marchas lejos.

Que aquella luna que veo desde mi ventana,
ya no iluminara tu rostro
de niño inocente.
que sostiene una flor de lumbre
al lado de mi espejo.

Angelito de mis noche sin luz y sin consuelo.
quisiera hacerte sobre mi pecho
un altar.
Y construir sobre la cima de la mas alta estrella
tu templo.
Para rezarte todos los días santo del amor eterno.


Y que me perdone Dios.
Se le ofendo.
pues para mi no existe nada mas sagrado en esta vida.
que el amor que te proceso.
y que me castigue,
arrancando mis ojos
con unas tenazas de sol al rojo vivo
o atravesando mi corazón con un millar de flechas
hasta matar todos mis latidos.

Mártir de tu ternura soy.
esperando la muerte
que me lleve a estar contigo.

Pasión de morir
Y alegría de morir.
De morir siendo cada uno de tus lunares
que duermen acurrucados,
encima de tu cuerpo.
Pequeñas estrellitas de barrro
que bajaron delo cielo;
Queriendo besar la piel del suelo.
y que sobre tu pecho encontraron...
un campo de pequeños pétalos amapolas
donde dormir su letargo.


Deseo de ser mariposa dentro de su crisálida
deseando romper su prisión blanda.
y encontrar tu cielo.
De vivir siendo estrella
desprovista de alma y cuerpo.
vivir eternamente
siendo el pulso oculto
dentro de tu corazón dormido.

De morir.
Dentro de un sueño,
En donde tu.¡niño mio!
Seas el agua que mueva la corriente de mi rio.


Todos los días recé a los santos.
Para que no te alejaras de mi vera.
o al menos para que me dejara morir a mi,
siendo la barca donde te alejes
cruzando el horizonte,
mas allá de donde nace el tiempo.

Pero te marchaste,
dejando tan solo sobre mi cama,
Mi corazón fuera de mi torso pechiabierto.
y un poco de la espuma de ese mar...
que dejaste en la bahía de mis lagrimas
cuanto te fuiste lejos.

Y me duele el alma.
¡Niño mio!. Me duele el alma.
Al saber que aquella luna,
Que iluminaba tu rostro de muñeco
ya no se posara,
avecita de plata sobre mi ventana.


Porque te has ido...
siguiendo la corriente inconstante,
de tus propios latidos.



Me duele el alma.
¡Niño mio!. Me duele el alma.
Al saber que aquella luna,
Se quedo sobre el cielo llorando
consumida entre sus lagrimas de plata.


Dentro de mi ser
pequeñas punzadas de fuego.
al saber que tu alma partirá mañana
camino de la mar sin nombre
y que te marchas lejos.


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