Tengo una gota de sangre en mis labios
de haber besado a la rosa.
Una herida en la punta de mis dedos
después de acariciar con violencia
las plumas del ángel.
Y la marca de un mordisco dulcemente demoníaco
en el centro mi pecho
que me duele de pasión de belleza.
Las cicatrices del amor me sangran y supuran.
Por cada hueco de mis ojos.
Por cada llaga de mis labios.
Por cada raíz de mi pecho.
Vivo con el alma en carne viva
de haber sentido el cielo y el infierno.
De sentir la violencia suave del ángel
Y la dulzura agresiva del demonio.
Y de haber experimentado
el frío caluroso del amor.
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