Una flor incrustada en la boca.
Una bala en la palma de mi mano
cuya sangre escribe versos
sobre la arena.
Un pájaro mordiendo
el interior de mi corazón.
La luna incrustada en mi ojo izquierdo.
El sol viviendo en el derecho.
He vivido 1.000 vidas
dentro de un cuaderno.
Y he soñado con las venas abiertas
con ser el último suspiro
de un romance que no se vuelva polvo
cuando se agote nuestro tiempo.
Las lágrimas son mis cuchillas.
Cuya hoja emocional
se rompe en versos manchados de negra sangre.
Cuchillas, que cortan mis ojos
en pequeñas mariposas
que me hacen ver ,entre interferencias y cascadas oculares
una eterna primavera.
Y es la muerte la nueva estación del año
en la que todos los días
hay un frío de guadañas y poemas en carne viva
que gimen y se retuercen
bajo las cadenas oscuras, que hacen que lleve tu nombre y el mio
ocultos bajo las encías.
¡Ay amor!
Arranca la bala de mi mano;
y dispárame en mi pecho con ella.
Dispárame con una nota que lleve tu nombre.
Y una prosea sagradamente
violenta de amor eterno.
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