Atrapados en nuestro propio espejo
de sueños rotos y pasados.
Con las raíces de aquellas palabras no dichas
atravesando nuestra garganta.
El miedo es un león
que nos devora desde dentro.
Y nosotros una presa frágil
de nuestra propia locura.
La vida, el reloj, el silencio.
Son, tres laberintos que se canibalizan
violentamente los unos a los otros.
Y todas las dudas que nacieron
en el interior roto de nuestro estómago
fueron súbitamente abortadas
por las serpientes grises de la existencia.
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