Es el fin del mundo
en la explosión de los abrazos
y los besos rotos.
Las caricias que antes contenían mariposas
ahora contienen bombas.
Y los besos son granadas
siempre a punto de explotar.
He llegado a la nostálgica conclusión
de que la luna
se ha cortado sus venas grises
con las pestañas del poeta.
Y que después, de la guerra de las pasiones
todo fue, un inmenso cráter
de pieles, besos, y manos entrelazadas
sobre los restos mortales de un piano de cola
que se consume devorado
por los Cupidos caníbales de los romances juveniles
que nosotros mismos, fusilamos
y arrojamos a las cunetas de las vanidades.
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