¡Jornaleros!:
Mirar.
vuestras manos
manchadas de barro seco.
No os la lavéis.
¡Están limpias!.
Mirar.
vuestro rostro,
marcada por las cicatrices.
no tratéis de ocultarlas,
es la marca de:
¡vuestra luchas con la vida!.
Mirar.
vuestros ojos
llenos de lagrimas.
No os la sequies,
¡es el agua que regaláis a la tierra.!
Pero no miréis
la blancura de unos pocos
cuellos almidonados.
Ni el brillo,
de diminutos soles
sobre unas manos porcelana.
Pues ese brillo,
es el brillo sucio de aquellos
que no se han lavado nunca
con el agua pura
que mana de la fuente de la miseria.
Ni tienen heridas en su piel
de recoger frutos con espinas.
con sus manos rotas y sus uñas levantadas .
Mirar.
vuestro cuerpo,
sucio por el sudor de escarbar,
la tierra con una cucharilla muy pequeña.
y vuestras manos,
manchadas de sangre y barro
Pero no os lavéis,
por que estáis limpios.
No os lavéis ¡no!.
No os quitéis jamas
de vuestro rostro arrugado
los restos de tierra.
No os limpiéis jamas,
la sangre seca
de vuestras manos campesinas.
No os sequieis jamas,
Las lagrimas que caen de vuestros ojos
pues es agua cristalina.
Pues cada gota de sudor,
que cae de vuestra frente al suelo
es lluvia regando el campo;
que antaño
fue regado por la sangre de vuestros abuelos.
¡Jornaleros!.
Mirar vuestras manos,
manchadas de sangre y barro
pero no os la lavéis
porque están limpias.
¡Jornaleros!.
Mirar vuestro rostro
marcado por las cicatrices
pero no os las tapéis.¡No!
por que es la marca de vuestra lucha por la vida.
¡Jornaleros!.
Mirar vuestros ojos,
llenos de lagrimas que caen hasta vuestras mejillas.
Pero no os la sequéis.¡No!
Pues el agua
de la cual beben los campos
que tienen sus gargantas secas por la ceniza.
¡Jornaleros!.
No os sacudáis ni un grano de tierra,
adherida a vuestras manos.
pues la tenéis limpias.
Ni os quitéis una gota de sangre seca
de vuestros dedos.
pues están limpios.
¡Jornaleros!.
Vuestra sangre
es el agua pura que baja de un manantial,
dando de beber a los rebaños
vuestras lagrimas
un torrente que recorre los río,
por donde nadan peces color plata.
y vuestro sudor
la lluvia fresca que riega la tierra,
de donde crecen las semillas
que dan frutos
con el sabor amargo de vuestros muertos.
¡Jornaleros!.
No limpies el barro de vuestros dedos
Son los fantasmas
que habitan en las ciudades de oro
los que se tienen que quitar las manchas
de su rostro con agua de sol y hambre
pues ellos son los que están sucios de miserias,
y cubiertos por el barro de la opulencia.
pero vosotros, que os bañáis con la tierra.
y os limpiáis con sudor y sangre,
no os lavéis ¡no!.
¡por que estáis limpios!
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