Ese grito afilado que retumba
entre los muros de la soledad del alma.
La agonía que oprime y que aplasta
el pulmón de la esperanza.
Un puñetazo de plomo
en la diana del corazón.
Un cañonazo en medio de la garganta.
Cuya bala me impida pronunciar
la palabra: Amor
en medio de mi batalla.
Querer morir una y mil veces
estrangulada por mi propia versión infantil.
Querer destrocarme la felicidad
a base de cuchilladas líricas en la piel.
Vivir muriendo.
Morir viviendo.
Soñar despierta con la serpiente pistola
mordiendo mi cabeza. Pensar en el suicidio de las flores.
Y en el exterminio de mis ángeles.
Vivir muriendo.
Morir matando.
Ser un fragmento roto de mi espejo.
Con el que cada noche me corto las lágrimas
y apuñalo mi reflejo.
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