Y recordaré aquellos fantasmas
fusil en mano
en una trinchera.
Los silbidos de las bombas lanzándose
como tábanos furiosos
contra la desorientada muchedumbre
de ciegos ojos.
Y los gritos resonando entre muros rotos
y ciudades convertidas
en sombra y sangre.
Recordaré también el llanto de miles de niños
siendo sombras junto a sus madres.
Los ladridos de perro de fuego escupiendo plomo y azufre
sobre un paisaje reducido a nada
y ríos de sangre regando los campos
de la muerte.
En medio del silencio recordaré
los nombres de los muertos camuflados
entre las alambras, las ciudades,
y las tapias de los cementerios.
Y en esta noche donde danzan ante mi
los caballos de venas rotas
y oscuros esqueletos
me cortaré los ojos con la punta de un boli.
Y con mis lagrimas teñidas de negro
escribiré un poema epitafio
en el corazón de aquel olivo
donde ejecutaron al poeta.
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