En esta noche sin luna.
El río se ha vuelto amapola sangrienta.
Lágrimas de bronce y estaño caen contra el suelo,
como puntas de navaja cortando los caminos.
Caminos .En donde los olivos agitan sus ramas,
como rehenes apuntados por la espalda.
Con paso plomizo,
como un anima que arrastra la cadena
de sus penas y de sus miedos.
Un joven moreno camina, con alambre de espino en las muñecas.
Gota a gota su sangre cayendo sobre la tierra
son semillas de las que germina,
un arbusto de ruiseñores,y mariposas de fuego y seda.
Un joven cuyos ojo son dos pozos sin agua.
secos ya de tantas lagrimas.
Tiene el alma rota de tanto dolor que lleva.
La nuca quebrada, como el cristal tras la pedrada.
De un golpe seco con la culata.
Un golpe seco, de esos que rompen el agua.
Y separan la vida del tiempo.
Su corazón sobre la mano. y su esperanza ahogada en llanto.
En el silencio de la angustia.
De una angustia que cea a plomo como pezuñas de toro sobre su pecho.
Un mordisco de plomo perforo su sien.
Y con un grito que cortó el viento,
Temblaron los montes, y se volvió carne el sueño.
Aquel joven de cabellos color noche
cayó sobre la tierra como un pichón abatido por la flecha.
En esta madrugada sin pulso
el río es, una amapola sangrienta.
Y la luna agoniza en su silencio la muerte de su poeta.
Toda Granada es luto.
Y los olivos lloran lágrimas de plomo y cera.
A la sombra en punto de la noche
los relojes de las torres, sonaron más roncos que nunca.
Las campanas gimieron,
derramando lágrimas de cobre y metal trenzado sobre la tierra.
Y en un tumba sin nombre Federico García...
Dejó escrito con sangre de estrella, su último poema.
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