lunes, 25 de enero de 2016

En los campos de mi noche



En los campos de mi noche,
duerme el cordero del tiempo.
El balido del plenilunio,
suena como el aullido de un lobo
En lo alto de la sierra.
Niño llévame al templo.
Al templo donde nace la mañana.
Y la mañana al vernos agitara sus manos,
Como alas de garza enamorada.

¡Ay estrellita que centelleas,
Como una luciérnaga tartamuda!
¡Ay estrellita que centelleas,
Como un farolillo de papel y luna blanca!
En lo alto del cielo , hay una torre.
Y en lo alto de esa torre mi estrellita tiene.
Tu cara recién pintada.

Que campo verde se extiende ante mi
Como un manto de infinita primavera.
Flor de ese campo quisiera.
Flor de ese campo para morir siendo arrancada
Con tus dedos de espuma.
Pero no soy flor, ni aire, ni…
Solo un espíritu que camina por un sendero
De espejos donde me hundo poco a poco,
atrapada en tu mirada.



Tus ojos sobre los míos.
Dos cristalitos de agua.
Tus pupilas son dos mares,
Donde nadan pequeños peces de humo.
Dos mares donde flotan nuestros corazones
Como constelaciones sobre una corriente de plata.
En lo alto de la catedral,
Un san Valentín ciego toca la campana.
Y tus ojos azules sobre los míos;
Son dos espejos donde se reflejan
Nuestras almas encadenadas.

Sobre el árbol de la ciencia.
Dos mariposas blancas.
Las estrellas del firmamento 
bailan como candelarias borrachas.
Y el cordero del tiempo duerme 
sobre los campos del sueño.
su sueño de muerte blanca.
Niño llévame al templo.
Al templo donde muere la mañana.
Y la mañana antes de morir,
nos vera siendo sobre los campos de la noche
dos siluetas entrelazadas.

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