El poeta sueña su propia muerte(a Federico Garcia Lorca)

Desde mi balcón verde
Yo. lo he visto.
Si.lo he visto.
Los toros caminaban.
Llevando corazones de corderos sobre los lomos.
Un imperdible agarrado de su lengua.
Hace que la noche no pueda gritar.
Y que se atragante con su negra saliva.
Una hoja de papel agonizando sobre la mesa.
Mortaja de una esperanza.
En donde se firmo la ultima sentencia
con una rubrica de sangre.
Y fecha de negra luna.
Ya se abren los caminos.
Como las entrañas de una madre.
Que pare un hijo muerto.
Yo lo he visto.
He visto.caballos encabritados
pisando con furia los costillares
esparcidos.en este páramo de astros enlutados
Y gargantas rotas.
Yo lo he visto.
He visto, en esta madrugada de ceniza.
Al silencio que vestía su pijama de arena.
llevar el cadáver de la paloma bajo el brazo.
Y un faro de luciérnaga enmudecida
iluminar un campo de retinas.
Donde quedaron ciegas las lágrimas.
Como nubes recién cortadas.
Por el filo de un trueno de plata.
He visto como la serpiente de acero
mordía mi cabeza.
Y de las tres alma unidas por una cadena
de arterias y lumbre seca.
Con la saña de mil relámpagos y mil fieras.
Como se abrían las pieles.
con una tijeras que eran pinzas de hormiga.
Y se volvía tierra fértil sus huesos.
Dejando salir a las flores,
cuyos pétalos son cabezas de ruiseñores
que crecían  dentro.
En medio de la soledad y el llanto
El olivo grita con voz de ciprés.
El niño llora con llanto de niña.
El gallo alza su cántico de arena.
Yo lo he visto.
He visto.una herida abierta en el cielo
desangrándose sobre la madrugada.
Y que esa sangre caiga
como una lluvia de piedras rojas
atravesando el páramo de las mandíbulas.
Donde se retuercen cuatro esqueletos.
En una lucha de llantos y raíces.
Y de pulsos fríos.
Ya callo aplomo la luna
contra las dentaduras de los caballos.
Y la muerte se fue huyendo calle abajo.
Dejando sobre las frentes de los muertos
sus huellas de metralla y caucho.
Y desapareciendo entre las sombras de los olivos.
Yo...
¡Yo lo he visto!