Y nos vamos con cicatrices y plumas
sobre la espalda.
Con ansia de vuelo
y con nuestra silueta recortada
sobre la piel de la lágrima.
Añorando un pasado
que se fue entre las ondas del sueño
y de la murria.
Murria de un paraíso de lunas de papel
y jardines de flores de plástico y caramelo.
donde jugábamos al escondite
cuando éramos ángeles.
Ángeles sin miedo al dolor
sin miedo a la vida.
Ahora somos sombras
que lloramos lágrimas de sangre oscura
y esferas de reloj.
De un reloj que nos recuerda nuestro destierro
del árbol de la inocencia
hora tras hora
y sueño tras sueño.
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