domingo, 13 de enero de 2019

La felicidad es un candado.

La felicidad es un candado.
Somos aves en jaulas de cristal.
Aves que cantan felices, sus desgracias y sus penas
sin mas voz,que la luz detrás de la ventana.
Nuestros ojos, antes faros de alegría
Ya solo observan un gran abismo negro.
En donde antes estaban los perfiles multicolores
de las luces de la ciudad.
Y mientras sentimos pasar las lluvias y las horas.
Un ovillo de cadenas invisibles
aprieta nuestro corazón y nuestras muñecas.
Mientras que las mariposas del silencio oscuro
nos come poco a poco las plumas invisibles.
Dejando solamente dos muñones
que eran nuestros sueños.
Todo lo que fuimos se desvanece
tras las paredes de la melancoliza y del silencio.
Y nosotros como pequeñas aves urbanas
morimos consumidos por las telarañas de lágrimas
que cubren nuestras vidas si saberlo.
Lentamente nos desvanecemos.
Lentamente se pierde nuestros canto
entre los rincones tristes
donde sollozan las libélulas y los pianos.
Lentamente se van cerrando la llave
de nuestra transparente jaula.
Somos conscientes de nuestra prisión emocional.
De que la felicidad es un espejismo
que nos inyectan como un colirio en los ojos
cuando somos niños.
Que reímos ante el dolor y ante la
como exigidos por un guión.
¿Quien introdujo en nuestros picos el gusano de la risa forzada?
Para alimentarnos desde que eramos niños
con una forzosa y triste carcajada.
A veces los pájaros sin alas que somos
solo queremos, clavarnos una garra en nuestras pupilas
y llorar.







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