lunes, 14 de enero de 2019

Emparedada

El silencio
es un puñal negro
que se clava en mis labios.
La noche es un hilo
que cose mis párpados.
Dentro de mi corazón  hay dos violines.
Uno que llora y otro que grita
con una melodía triste
que hace sangrar a mi alma,
un manojo de flores muertas bajo mi pecho.
No sé
si estoy muerta o viva.
Tampoco
si soy o no
parte de un sueño.
Solo sé
Que me duelen las raíces
en forma de venas
que se enredaron en mi piel.
Y que el eco de la campanas
golpea con violencia
las paredes invisibles de mi claustro emocional.
Que la soledad es,
una cadena que se vuelve tela
y que amortaja
el silencio de mi cuerpo.
Y que en la tumba abierta de mis emociones
hay un cementerio de emociones y de horas desprovistas
En el que yo fui encerrada
aquel viernes sin sombra de sábado.
En el que mis ojos vieron  por vez ultima
el reflejo de una lágrima dibujando
un beso sobre la mar.
Colocada la ultima piedra en mi espíritu atrapado.
Solo me queda esperar la luz infinita.
de la ardiente oscuridad.

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