Cada dia de mi vida
Lloro lágrimas de colores
por todos los niños muertos.
Y tengo bajo mi piel
los restos de metralla y sangre
de todas las guerra.
Me duelen las heridas abiertas
que supuran flores secas
y restos de maquillaje.
De los párpados rotos de la mujer.
Y siento como mi corazón
se vuelve cuchilla
y corta la raíz de mis emociones.
En pequeñas injusticias.
Cada hora es un alacrán
que muerde fuertemente mi garganta.
Haciendome sentir la angustia
de aquellos que soñando un todo
se vuelven espuma de la nada.
Y en los ojos tengo clavadas las noches
que no nunca fueron.
En mi piel marcada a fuego las cadenas
de la injusticia.
Y bajo mi paladar hay una cruz y una tumba
donde descansan los restos del pan
que los pobres no comieron.
Soy tierra negra.
Tierra consumida por las bombas
y los incendios.
Soy ese mar convertido en serpiente
que se traga muchas vidas.
Y escupe sus huesos oscuros sobre la orilla.
Soy esa trinchera
que aun llora plomo y piel
entre sus grietas.
Y soy también ese perro reducido a sombra
que aulla su dolor
con los restos de neumáticos y acero
incrustados en su boca.
Soy dolor.
Soy miedo.
Y soy muerte.
¡Soy la sociedad!
Esa sociedad que se consume poco a poco
con las entrañas perforadas
por las hambrientas raíces de la violencia.
Y que llora descoloridos arcoirís
sobre el cadaver de la inocencia.
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