sábado, 28 de octubre de 2017

Tengo una flor en el pecho

Tengo una flor en el pecho
Que abre sus pétalos de sangre
cada muerte en punto.
Y una mariquita de azufre en mis venas
Que muerde mis emociones
con sus dientes de luna oscura.
Y que bebe mis sentidos,
con sus labios de noche blanca.
En mis parpados miles de gotas de rocío
se convierten en cuchillas de hielo
y puñales desprendidos.
Y hay una enredadera entre mis manos
Que se vuelve un alambre de espinas y lagrimas
que atan mis caricias
como las alas de una paloma muerta
torturada con las manos de un niño pobre.
Que poco a poco va arrancando sus pluma
Para crucificar su perfil de angel
en una pequeña luna.
Lloro lagrimas de barro.
Y polillas en alquitrán fosilizadas.
En este jardin sin color y sin tiempo.
Yo quiero abrirme el tuétano
Con la vela consumida de mi primer barquito de papel.
Para liberar a las mariposas heridas de mi ayer.
Y  morir de melancolía y de belleza.
En este vasto paraíso de lagrimas de cristal y arena.
Donde duermo el sueño del agua.
Con la flor de mi pecho abierta
En esta noche que tocan campanas azules de difunto.

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