Entre la realidad y el sueño.

Nos confundimos con el paisaje
que pintamos sobre el lienzo de nuestra niñez.
Soñamos sin estar dormidos
con la voz mas intima y secreta del agua.
Y con el instante primero en el que fuimos
una mariposa de papel y hielo.
En un jardin de lunas de cristal fundido
y de estrellas con corazones de pulsaciones blancas.
A veces quisiéramos desprendernos de la piel
y extenderla sobre ese horizonte
en donde se vuelven ángeles las mimosas muertas.
Y escribir sobre nuestras heridas infantiles
un relato sin principio ni final.
Un relato que hable de los años
que se convirtieron en peces que nadaban
dentro de nuestra sangre y de nuestros recuerdos.
La vida ese instante que transcurre
entre la realidad y el sueño.
Y nosotros frágiles espíritus de nuestros anhelos.
Ibamos de una pupila a otra.
Como pequeñas luciérnagas buscando
dentro de nuestros propios ojos,
aquella difunta luna de nuestro primer agosto.
Desde el otro lado del cóncavo cristal de la inocencia.
Observo el mundo convertido
en una inmensa serpiente que devora ciudades enteras
hasta reducirla a la sombra de su esqueleto.
Y me alegra ser una alma que vague entre una pincelada y otra
de este paisaje oculto y vivo,
de nuestra lejana y difuminada infancia.