sábado, 17 de agosto de 2019

Tengo envidia de la libertad del mar.

Tengo envidia de la libertad del mar.
Y de la entereza salvaje del cielo
que se alza como un potro salvaje
ante los muros de la ciudad.

Quisiera poner mis ojos
en la copa de cada árbol
para poder el mundo
a vista de pájaro.
Y pintar con pinceladas invisibles y certeras
el alma de las cosas.

Pero, mis manos solo atinan
a arrancar pedacitos de piel a las musas.
Y a marcar sus dedos en la tierra oscura
donde descansan los sueños muertos.

Todo lo que tengo, todo lo que soy
desaparece en medio de esta tormenta emocional
que es la vida.

Por eso,  siento envidia
de la naturaleza calmada y serena
de un paisaje,  que aunque mutilado y herido
por las bombas y por el humo.
Siempre encuentra motivos
para extender sus alas calcinadas
y volar hacia un paraíso
en donde no exista, mas que una linea
entre el caos del ayer,
y la serena plenitud de un hoy aún por dibujar.

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