Nadie conoce el miedo
que da asomarse al abismo de tus ojos.
Ese pánico oscuro y sangrante
que supone verse hormiga
entre bandadas de pájaros caníbales.
Nadie sabe de cada muerte
ente las lineas paralelas de dos labios enfrentados.
y cada resurrección boca abajo
sobre la tierra mojada.
Ser suicida a voz en grito
sosteniendo en tu mamo derecha una
y en la izquierda un cuchillo.
Nadie ha sabido como es sentirse
frágil cual corazón de seda liquida
entre las garras con forma de falos ardientes
de un inmenso pájaro infernal
Ni que te sangren las lagrimas
de tener los ojos, como dos desiertos negros
secos de tanto llorar.
Nadie comprende
que hay un cementerio abierto
detrás de los ojos.
Y que son tus lunares los clavos
de mi ataúd emocional.
En medio de esta alambrada de besos afilados.
Soy un sueño consciente de su propia pesadilla.
Un sueño que es, un esqueleto y su rosa
junto al lecho del alcohol y la saliva.
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