Si pudiera
arrancarme las lágrimas
de los ojos.
Como si de raíces de cristal
se tratasen.
Para no ver, ni sentir
aquellos instantes negros y fríos
en los que mi corazón
es una flor muerta y oscura
que abre sus pétalos de afilada melacolía
en el núcleo de mi alma.
Y que se consume entre sollozos
siendo sombra y sangre
de aquello
que una vez amaba.
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