jueves, 3 de mayo de 2018

Sin pecado original.

Queremos comernos la manzana
del bien y del mal.
Sin tener que sentirnos culpable por ello.
Ni tener que cortarnos las venas
con la primera explosión del big bang.
Por haber profanado una sola vez
el pecado original.
Porque la vida no es una lucha eterna
entre el ángel y el demonio
de tu alma.
Sino un paraíso en donde poder soñar
con el primer desnudo del tiempo.
Y con el primer suspiro
que surgió de labios de luna
antes de morir de frío.
Y ser ese pájaro de escarcha plateada
que hizo del cielo su nido.
Somo dueños de nuestra alma.
Flores cuyos infinitos pétalos son
de un color sin color.
Espíritus que caminan mostrando
la belleza sin mancha
de un corazón que antes de ser corazón
fue una paloma blanca.
Y no tenemos porque andar de rodillas
sobre un sendero
de espinas y cristales rotos.
En un via crucis eternos que nos han impuesto
a sangre y fuego.
Por haber dado hace muchos latidos
un mordisco al fruto rojo del primer misterio.

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