viernes, 4 de mayo de 2018

Ni estamos. Ni existimos.

Hemos muerto
y vividos tantas veces.
Que no sabemos
que latido nuestro es verdad
o es mentira.
Porque nada nos pertenece.
Porque ni la piel queda
después del sueño.
Y la sangre convertida en raíces
se va hundiendo con la tierra.
Somos ese sueño Kafkiano
escondido en una oscura poesía de Poe.
Aquellas libélulas fantasmas
Que cruzan las pupilas del cielo
volando sin sus alas.
Espumas de un mar que corta
el tiempo y los recuerdos.
Dejando tan solo
lágrimas y pieles entre viejas fotografías.
Y un suspiro seco
En el corazón de los que vinieron detrás
y de los que aun no tienen
corazón ni pecho.
Pasamos por el mundo
como pasa los dedos por las paginas de un libro.
O el aire pasa
por las grietas de un edificio deshabitado.
Porque ni estamos.
Ni existimos.
Somos un suspiro invisible
que se escapa de los labios del tiempo.
Y que duerme y despierta
en medio de un embrión que antes de nacer
ya murió de viejo.

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