No pretendo plantar un rosal
en tu pecho.
Cuando duermas el sueño del agua calmada
y de las estrellas.
Ni pretendo buscar el ultimo misterio
entre los laberintos que dibujan
cada uno de tus lunares.
Ni derramar lágrimas oscuras sobre tu piel
Ya convertida en tierra.
Tampoco escribir una carta que recuerde
nuestro ultimo verano.
Ni asomarme al vacío de tu ojos verdes.
Para buscar mi rostro en ellos.
No pretendo componer una melodía oscura
Con los latidos últimos de mi corazón.
Ni deshojar la estrella polar con mis dedos.
Tampoco pretendo
escribir una elegía sobre tu boca morada.
Ni depositar un rosario de mariposas sobre tu frente.
Porque sé que no estas muerto.
Porque a los muertos se les olvida en el cerro de los tiempos.
Allí en donde las larvas comen
el rostro de las fotografías.
Y donde las arañas tejen una mortaja con estrellas frías.
Y yo quiero recordarte vivo.
Pero no como a un vivo cualquiera.
De esos que son fantasma.
De esos que son sombra de la metrópolis cambiante.
Quiero recordarte como se recuerdan los sueños.
Buscando tu perfil entre las estrellas.
Y tu mirada en el cielo.
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