Quiero subirme a la cúspide del llanto.
Tirar mi corazón por la pendiente.
Desatarme las venas.
Lanzarlas al aire.
Y dibujar sobre el cielo un poema.
Que sea un rosario de corazones y palomas
Y un paraíso en donde muera el primer desnudo de la mañana
En la boca del ángel.
Sobre mi frente clavaré una cruz
Hecha con todas las lágrimas que fueron clavos.
Y enterraré bajo mi piel todos los recuerdos
que no son mas labios y cenizas en blanco y negro.
Las horas se cuentan por derrotas.
Incluso las no escritas.
Porque es la vida un inmenso vergel de rosas maniatadas.
Y yo me lanzo a la trinchera
De las noches que afilan sus bayonetas de luna.
Con los ojos vendados.
Y con mi dos brazos arrancados por las hormigas de la nostalgia.
Para librar una batalla
Contra mi angustia mas oscura y contra mi perfil enamorado.
Para inmolarme de muerte lírica.
Como se inmolan las olas del mar contra el acantilado.
En lo alto de la cúspide del llanto
Bandadas de violines y de arpas vuelan en círculos
a mi alrededor.
Deseosas de comerse la carroña de mis azulados días.
Y yo con mis venas grises anudadas a a este corazón
que desea gritar pero no puede.
Dejo que las melancólicas cuerdas picoteen mis latidos con saña.
Hasta reducir mi espíritu y mi perfil de tinta y sangre.
En un suspiro seco.
Que se hunda en la tierra donde el beso convive con mi esqueleto.
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