sábado, 2 de septiembre de 2017

Delante de mi un abismo oscuro y sangrante...

Delante de mi
un abismo oscuro y sangrante.
Tan solo un paso
Y me precipitaría al barranco.
En donde las balas se vuelven plantas carnívoras.
Y los misiles pequeños caimanes.
Quiero caminar hacia atrás.
Caminar hacia el origen de las risas
Y hacia el primer lagrimeo infantil del niño.
Volver al punto de partida.
Hacia aquel cartel que indicaba 1995
a 30 kilómetros y un beso.
Pero miles de escorpiones me apuntan
con sus aguijones en la espalda.
Y avanzo cada vez mas rápido
hacia ese páramo donde me espera una lágrima y la muerte.
Plomo bajo mis venas.
Y unos dientes de acero arrancando mis entrañas.
Cierro los ojos.
Y pongo un pie hacia el ultimo paso.
Ya es tarde.
Me precipito sin remedio
hacia el abismo de los llantos oscuros.
Y de la cicatrices de petróleo.
Y a plomo caigo.
Como cae un meteorito.
Y como cae el tiempo
que ya no es sino un pichón negro
Asesinado por el fusil de la noche congelada.
Tendida sobre el cráter
al que acuden las alimañas del llanto y de la guerra.
Soy una dalia muerta.
Una sombra dura  que duerme el sueño de la luna
en un ojo ya muerto.
Y mi cuerpo cubierto de papel fotográfico
y postales de la infancia.
Es devorado por los ruiseñores verdes de los recuerdos.
Y solo queda de mi.
La sombra de mis tristes años.
La carcajada momificada de mi infancia arrebatada.
Y un ultimo latido
Que suena entre dos edificios sin ventanas
con el rasgueo triste y azul
de un arpa que oculta en sus cuerdas
un centenar de espinas que son puñales de tinta
y puntas de navajas.

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