Mi boca llena de espinas.
Dos alambres alrededor de mis labios.
Mis ojos como dos cristales
Reflejan el espíritu triste de mis amores pasados.
Mil lágrimas colgando como péndulos afilados
Resbala por mis mejillas.
Y es mi calavera desnuda oculta bajo mil piel
Un reflejo puro, de la anciana que fui ayer.
¡Porque ya he muerto!
Llevar corona de estrellas a la tumba oculta de mi llanto.
Y escribir sobre la arena mi nombre.
Para que un ramo de polillas
Eche raíces en mis lunares
Y muerdan con dientes de ceniza
La semilla marchita de este corazón
Que ya no es corazón.
Sino una paloma roja que murió
siendo apuñalada en el silencio de la noche eterna,
por una lluvia de besos afilados.
Besos que me recuerdan todos los años que fui jardín de auroras,
en el campo de los quereres sin fecha.
y sin tiempo entre los latidos,
que son aleteo de peces voladores saltando la cascada de los días
en los que mi vida era una mariposa de agua
antes de ser, larva sin dientes ni sangre.
Viviendo dentro mi crisálida de espesas soledades.
Con mi boca llena de espinas
Y mi cuerpo siendo mantillo romántico
para las manos sin hueso de los poetas.
¡Ay. angustia del querer!.
Del querer hasta que te duelan las venas.
De querer, como quiso la vida a la muerte.
Como quiso la noche al día.
Querer hasta que una rosa de cristal fundido
brote de las llagas que dejaron en mi boca
aquellas afiladas espinas.
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