Fue una coreografía
de flores sangrantes a media noche.
Una danza bellamente macabra
en el jardín de los amantes silenciosos.
Pétalos rojos se desprendían
como pequeñas pieles de seda herida
en medio del paisaje
en donde la luna dibuja la silueta
de dos bocas enfrentadas en un beso.
que aunque corto fue eterno.
Campanas de huno sonaban
en este bailes de amapolas y rosas suicidas.
Quienes se descoyuntaban en frenético ritmo
como pequeños esqueletos de barro
con todas sus venas al aire.
En medio de este aquelarre,
todas las estrellas convertidas en ojos sin pupila.
Contemplaban en silencio blanco
la extraña coreografía
de la pequeñas Venus de la primavera.
Que convertidas
en pequeños fuegos fatuos.
Se desnudaban lentamente, muy lentamente.
Mostrando su corazón y su sexo
lúbricos de tierra húmeda.
Y sus cuerpos reducidos a suspiro de aire.
En esta orgía invisible,
en la que la noche se convierte
en una bacanal de flores, danzado salvajemente
bajo el foco plateado de la luna llena.
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