jueves, 31 de enero de 2019

La muerte de los átomos y de las trincheras

Un árbol de metralla y ceniza
en medio del corazón.
Hunde sus rices
en la tierra quemada por la sangre
y por las lágrimas.
En sus venas rotas por el tiempo y la violencia
hay un río de oxido liquido
en donde flotan
los huesos y las balas.

Nada en medio del horizonte gris
donde gimen los ojos.

Aquella ciudad fantasma
donde enmudecieron los gritos de los jóvenes
y las carcajadas de los niños.
Es hoy un vergel urbano
donde un intenso manto verde
cubre los edificios.
Y en donde las carreteras
son campos grises e infinitos
donde pastan los cervatillos oscuros
comiendo las flores del llanto.

Nada en medio del horizonte gris
donde gimen los ojos.

Todo lo que fue
ya no es, sino un borrón difuso y opaco
de nuestro futuro.
Aquello que se destruyo hace décadas
renace de su embrión mas blanco
y mas puro.
Y el tiempo que antes lloraba con un misil
atrapado en la garganta.
Hoy es
un pájaro dorado que canta
con una gota de lluvia atravesada en su pico.

Ríe el paisaje su renacer
tras la muerte de los átomos.
Y de las trincheras.

En medio del horizonte gris
donde gemían los ojos.

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