Con escopetas
de caña entre sus manos,
Avanzan por
las calles de Zaragoza, Jaén, Y Madrid
Un ejército de
niños de barro.
Por las calles
de España resuena,
Voces de plata
entonando
El cantar de
los mirlos libertarios.
Pequeñas
tropas de niños obligados a ser hombres.
Niños que han conocido la angustia
Y que han jugado con ella.
Niños que han conocido la angustia
Y que han jugado con ella.
Ramilletes de
15 primaveras.
15 primaveras
rojas que abren sus pétalos de cinc
En el jardín de
las libertades.
15 amapolas
rojas regadas con la sangre.
15 años
nacidos bajo el yugo
del hambre.
15 años que
son 15 latidos.
15 latidos que golpean sus corazones
como pezuñas de caballos desbocados.
15 años que son 15 ejércitos luchando
siendo carne de metralla y agua pura de los campos.
Las centurias de los niños del pueblo
avanzan tomando el monte.
Y en ese monte donde se pierde la sangre
por los campos. Y por los ríos
Que riegan las flores de la España que agoniza
con su vientre abierto por la guerra.
15 batallones dejaron sus pecas y sus lunares
para alimento de futuras generaciones.
Su piel como manto del amanecer
que asoma temeroso y frío.
Y su vida para aliento moribundo de la patria herida.
Se perdió su infancia.
Su infancia entre los montes y las trincheras.
Su infancia paloma de aire Y mariposa de barro.
Su infancia vestida de uniforme.
Infancia entre las bombas. Y entre los muertos.
Infancia que ya no es infancia. sino un inmenso mausoleo.
Se perdió su infancia. Y el terreno es un páramo yermo
en donde se consumen devoradas por el tiempo,
miles de sonrisas juveniles.
Miles de manos enterradas entre otras manos,
que intentan arañar la piel del alba.
Miles de ojos que vieron a la muerte quitarse su mascara
y sonreír con dientes de misil. y encías de guadaña.
Miles de niños que dejaron de ser niños,
para ser pequeños soldados.
Soldados que murieron jugando a la guerra
sosteniendo escopeta de caña entre sus manos.
15 latidos que golpean sus corazones
como pezuñas de caballos desbocados.
15 años que son 15 ejércitos luchando
siendo carne de metralla y agua pura de los campos.
Las centurias de los niños del pueblo
avanzan tomando el monte.
Y en ese monte donde se pierde la sangre
por los campos. Y por los ríos
Que riegan las flores de la España que agoniza
con su vientre abierto por la guerra.
15 batallones dejaron sus pecas y sus lunares
para alimento de futuras generaciones.
Su piel como manto del amanecer
que asoma temeroso y frío.
Y su vida para aliento moribundo de la patria herida.
Se perdió su infancia.
Su infancia entre los montes y las trincheras.
Su infancia paloma de aire Y mariposa de barro.
Su infancia vestida de uniforme.
Infancia entre las bombas. Y entre los muertos.
Infancia que ya no es infancia. sino un inmenso mausoleo.
Se perdió su infancia. Y el terreno es un páramo yermo
en donde se consumen devoradas por el tiempo,
miles de sonrisas juveniles.
Miles de manos enterradas entre otras manos,
que intentan arañar la piel del alba.
Miles de ojos que vieron a la muerte quitarse su mascara
y sonreír con dientes de misil. y encías de guadaña.
Miles de niños que dejaron de ser niños,
para ser pequeños soldados.
Soldados que murieron jugando a la guerra
sosteniendo escopeta de caña entre sus manos.
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