Ya no quiero vivir con las alas rotas.
Me duelen las cicatrices de la espalda
en donde antaño germinaban flores carnesí
de mis ilusiones robadas.
He sido realidad sangrante.
Y un vivo fantasma.
Una metáfora de cristales rotos
que cada noche
se rompen y se clavan
en lo mas profundo de tu garganta.
Y quiero caer a plomo
contra los campos de espadas y ojos afilados
que esperan con ansias
cada uno de mis abrazos rotos
por el mazazo de la cruda y caníbal realidad.
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