lunes, 2 de septiembre de 2019

La navaja emocional de la poesía

Me he clavado en el pecho
la navaja emocional de la poesía
muy profundamente.
Tan profundamente. Que escuche un grito
que resonaba como un coro de violines de hielo
desde lo mas profundo de mi alma.
Y sentí como se desgarraba mi corazón
como si fuera un pedacito de tierra.
O una tela roja, tan rígida
que puedes sentir como su piel se volvía, un pedazo de papel
rompiéndose lentamente
en una distorsionada mueca de agonía.
Cada gota de mi sangre es una letra
con la que voy escribiendo lentamente
el mas doloroso y real de los poemas.
Un poema cuyos versos esconden
un dolor tan blanco como intenso.
Y en cuyas metáforas, hay un mundo destruido
en cuyo paisaje solo existen flores
cuyos pétalos tienen forma de lagrimas y calaveras.
Y en donde las emociones mas intensas
no provienen de los besos, ni de la noche convertida
en una mar oscura y serena.
Sino de retorcer esa navaja emocional con saña
y con dulzura violencia.
Hasta que al sacarla de golpe de nuestro pecho
como si fuera una espina.
La punta de su hoja no sea de acero frío
sino, la cálida punta de una pluma estilográfica.
Cuya tinta, me queme el corazón de una forma tan profunda
que no sepa distinguir un amago de infarto
del mordisco de una musa.

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