Hay un sonido melancólico en la lluvia

Hay un sonido melancólico
en el cantar de la lluvia
tras los cristales.
Las hojas de los arboles dibujan
súbitas sombras
que se destiñen entre el desfigurado paisaje
que ya es,
una postal que se funde
en medio de un gran lienzo urbano.
Noche tras noche
se desfilachan los frágiles rayos del ultimo sol
sobre los corazones melancólicos.
Y la lluvia resuena
como una ola de metal trenzado
entre los acantilados
del mar de los otoños cristalizados y tristes.
Y es su voz
un eco fino y punzante
que se clava como una raíz invisible
en el centro mismo del alma.
Serenata de otoño intermitente
detrás de los cristales que se despintan.
Sollozos entre cortados
disfrazados de latidos de agua.
Cánticos grises y otoñales
que se confunden entre las calles pintadas
de vapor y niebla.
Donde la ciudad es
un pentagrama dibujado sobre los corazones
del alquitrán.