sábado, 26 de mayo de 2018

Peino las horas tranquila.

Peino las horas tranquila.
Con mis dedos convertidos
en peines de viento.
Total la muerte me espera
al otro lado del sueño.
Y ya siento las gotas de lluvia
arrancarme con sus dientes fríos
pedazos de la piel.
Y a las amapolas crepusculares
echar raíces dentro de mis cuencas vacías
y de mi boca mimetizada
con el río de alquitrán que deja sus labios
marcados en el suelo.
Fibra a fibra voy desenredando
las horas que me quedan.
Y voy trenzando con ellas los hilos
de un corazón nuevo.
Un corazón que ría aunque yo llore.
Y que renazca mil veces de mis cenizas
aunque yo haya muerto.


Frente a este paisaje tranquilo y sereno
de mi soledad y de mi lírica.
Sigo peinado las horas que me van quedando.
Y cuando peine el último minuto
Dejare que la muerte venga a llevarme de la mano.
Y me perderé con ella lejos, muy lejos.
Lejos de la realidad y del tiempo.
Allí en donde se escucha entre las olas

¡Llorar a los espejos!

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