Mi pecho
flor abierta al placer y a la herida.
Una estrella de piel
que supura con resplandores azules
y truenos en el alma.
En mi pecho
sangra la oscuridad y la tinta.
Y se pelean
la libélula y el caballo
con la violencia de dos caimanes
que quieren
arrancarle las rayas a la cebra.
Coronas de flores.
Y espinas en mis arterias.
En mi corazón un fénix.
Y en mis venas la calavera.
Mariposas con arcoiris en los dientes
vuelan junto a la sombra de la luna muerta.
Y mi pecho convertido en páramo
hay una posado un pétalo y una gota de sangre
que dibujan el contorno de la musa
y la sombra y carne de la poesía.
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