Aquellos días azules
infancia desteñida junto a los naranjos
de Sevilla.
Melancolía del silencio Castellano
en la que el viejo olmo
Sangra con lágrimas y tinta
por cada una de sus podridas ramas.
Una muerte vestida de abrigo
Y huellas en el exilio.
Recuerdo vivo.
Fantasma de carne y hueso
sollozando a España por los caminos.
Mas de sesenta años
desgastan la piel de tu maleta.
Y tus ojos de noche con luna y con estallas.
Es un mar muerto en donde flota
un barco sin casco y sin velas.
Caminante con destino el llanto
pasando la aduana del olvido.
Huellas transparentes
en un patio tan andaluz como castellano.
Huellas de tierra
Por los caminos del plomo
y los escollos de la guerra.
Caminante fueron tus huellas
tu camino y nada mas.
Y el negro de tus zapatos que se desgastan
espuma de un lejano mar.
Que poco a poco va tragándose a si mismo
dejando esperanzas y versos
en sabanas de hotel.
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