viernes, 15 de diciembre de 2017

La pared del llanto.

Romperé la gruesa pared del llanto.
Para hallar al otro lado
Al espíritu gris de un soldado
herido en la contienda.
Y el cadáver de la rosa martirizada
por el adolescente.
Para ver las sangrientas cuerdas del arpa.
Y la máscara distorsionada
de la muerte.
Para descubrir la manecilla del reloj
con la que el siglo XX
se rasgó las venas.
Y  aquel corazón convertido en barro y sangre.
que perteneció algún poeta.
Para calmar el grito negro de una madre
de cuyos pechos rotos,
surgen flores consumidas y cabezas de palomas.
Y secar la lágrima
De los ojos de las estatuas,
que observan los esqueletos de los perros lamer
el maquillaje podrido de la abundancia.
Pero sobre todo...
Romperé la pared del llanto.
Para salvar a la niña que se consume emparedada
en su propio latido amargo.
Aquella niña que es mi versión oculta y antigua.
De cuando yo era, flor y paloma.
Antes del bombardeo.

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