lunes, 18 de septiembre de 2017

Verano del 88.

Vamos pisando los escombros
de aquella vida.
Reducida a un latido seco de alquitrán.
Dejando nuestras huellas
Sobre un lienzo que se desprende hilo a hilo
bajo nuestros pies.
Nos reducimos al instante ultimo
de nuestra ultima sonrisa.
Antes de sucumbir a la mueca inamovible
de nuestra primera muerte
ante el espejo.
Nos creíamos eternos.
Pero somos un recuerdo vivo
En una ciudad que fue arrasada hace ya mucho tiempo.
por los fantasmas grises de nuestro ayer.
En nuestra mejilla aun nos sangra el primer beso.
Aquel que fue una puñalada roja
que recibimos furtivamente a los once años.
La melancolía nos devora lentamente
los párpados y los latidos.
Dejando nuestra alma reducida a una pequeña flor
que cierra sus pétalos
y muestra un pequeño esqueleto.
Las horas son mariquitas
que muerden lentamente la punta de nuestros dedos.
Y los años
diminutos  violines de sangre
que resuenan dentro de nuestro pecho.
Ya no queda mas que un suspiro entre las paredes.
Y una bota en medio de la plaza.
Una fotografía de tu y yo agarrados de la mano.
Perdida entre los escombros.
Escombros de una vida
que ya no es
mas que la sombra de aquello que una vez fuimos.
Juego,melodía,imagen.
Sueños infantiles mezclados con el café.
Nada nos mantiene unidos a la infinita madrugada.
La ciudad es un gran pozo
donde se hundieron las noches y los poetas.
Y ya no queda sitio
Para la belleza dormida en aquel verano del 88.
Cuando nuestros labios
fueron aquellas navajas que tatuaron en nuestras mejillas.
Aquel primer  ''te quiero''

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