Asalto a la ciudad de los poetas:

Hay una mariquita de plomo
Que me muerde la yema de mi dedo.
Y la sombra de una paloma en miniatura.
dormida sobre mis labios.
Miro el reloj y son las 12 en punto de la melancolía.
Las mismas 12 eternas horas estáticas.Y punzantes.
Desde aquella noche de luna borracha e insomne.
En la que bombardearon
con misiles de vidrios rotos y tinta seca.
Todos los rincones donde dormía la lírica.
Y aquel esqueleto de piano junto a sus acordes.
En medio de una calle desierta
hay una torre levantada sobre las ruinas
de la ciudad de los poetas.
Y desde lo alto de esa torre se precipitan contra mis latidos
Miles de palomas muertas.
Como balas de escarcha dentro de mi corazón abierto.