domingo, 6 de agosto de 2017

Triste poema que palpita.

En mitad de la noche
Una rosa en la cuenca del ojo.
Y una luna atravesando
el marfil de la calavera.
Bajo la lengua de un poeta
Dormían las hormigas
y agonizaban de azul las estrellas.
En el cielo un niño
se cortaba el iris con una pluma.
Y dejaba caer mariposas y cristales
sobre los campos en donde crecen
las invisibles amapolas de las enamoradas agonías.
Y en el mar
hay una mar hay una mujer con el pecho cercenado
Por la escama de un pez.
Que llora lágrimas de sal cada 2 años.
Hoy mi alma es una sombra.
Mis ojos dos pozos sonde se hunde
la noche convertida en niña.
Y yo...
Un fantasma de piel y sangre
que atraviesa las paredes del ocaso
Con sus cadenas sentimentales atadas a los tobillos.
Y con sus muñecas rotas
por un ramo de rosas de cristal
que intentan atravesar mis venas con sus raíces.
Hoy es san llanto afilado y negro.
Y no quiero saber
del dolor amargo de la guitarra.
Cuando agoniza en su funda oscura
Con seis lunas clavadas,
en cada una de sus seis cuerdas.
Y que ya no es sino sombra dura
y piel estremecida de su propia pena.
No quiero saber tampoco
del verso martirizado en labios del silencio.
Ni del dolor de la mariposa
cuando llega el invierno.
Yo quiero saber de la belleza de un cielo recién pintado.
Y comprender el misterio que guarda
un beso virgen
bajo su candado de siete labios.
Saber si existe un mas allá
sin una luna devorada por la sombra de su alacrán.
Y si el tiempo era realmente
aquella golondrina de humo que anido entre mis manos.
Hoy quiero llorar ruiseñores y margaritas
sobre un monte de violines muertos.
Cortarme las emociones con el afilado canto de una hoja
Y escribir con sangre
la palabra libertad sobre la arena.
Porque hoy....
Voy a morir con la metáfora clavada en mi pecho.
Y a ser sombra y luz
de todos los sueños profanado.
Y un triste poema que palpita
dentro de un corazon recién cortado.

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